Defender a Venezuela tendrá costos para Morales y Bolivia
Junto a la inestabilidad jurídica y política en el país, desalentará la inversión y generará una mayor presión regional sobre en mandatario.
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El presidente boliviano Evo Morales criticó la decisión de Perú de no invitar al presidente venezolano, Nicolás Maduro, a la Cumbre de las Américas en Lima, describiéndola como un “intento de golpe”. La declaración resalta las diferencias diplomáticas entre Bolivia y la mayoría de sus vecinos sobre Venezuela. El comercio, la inversión y la cooperación con los vecinos inmediatos de Bolivia siguen siendo fuertes, y el financiamiento de China está disponible. Pero esto tiene un costo, y el apoyo al gobierno venezolano, junto a la inestabilidad jurídica y política en el país, desalentará la inversión y generará una mayor presión regional sobre Morales.
Desde su elección en 2006, Morales ha sido un defensor de la “revolución bolivariana” liderada por Venezuela, y ha criticado abiertamente la supuesta injerencia de Estados Unidos en la región. Sin embargo, la centroderecha ha vuelto al poder en casi todos los vecinos de Bolivia, teniendo una posición más firme sobre el deterioro democrático de Venezuela y dejando a Morales cada vez más aislado.
La cooperación práctica continúa
A pesar de su retórica -y una ruptura de las relaciones con EEUU desde 2006- las tres administraciones de Morales han sido pragmáticas en su enfoque hacia la cooperación extranjera, incluso con sus homólogos de centroderecha recientemente instalados. Según datos del Banco Mundial, Brasil (28%), Argentina (16,9%) y EEUU (12,1%) fueron los destinos más importantes para las exportaciones bolivianas en 2015, que han aumentado frente a los niveles de 2006.
Aunque la inversión extranjera directa (IED) ha disminuido desde un máximo reciente (de US$ 1.100 millones en 2010 a US$ 410 millones en 2016), esto refleja una caída regional en línea con un crecimiento global y precios de materias primas más débiles. En la primera mitad de 2017, el 70% de la IED provenía de Europa y el 8% de EEUU, según datos del banco central de Bolivia.
La asistencia técnica y el crédito también están disponibles desde fuera de la región. En 2015, Bolivia aseguró una línea de crédito de
US$ 7 mil millones (que luego se elevaría a US$ 10 mil millones) desde China para financiar proyectos de energía e infraestructura.
En 2017, el gobierno anunció que una empresa china, Sinohydro, obtuvo una licitación para construir la represa hidroeléctrica Ivirizu, lo que traería una inversión de US$ 550 millones en cuatro años. Mientras tanto, las exportaciones bolivianas a China han aumentado en los últimos años, de US$ 35,5 millones en 2006 a US$ 465,6 millones en 2015, convirtiendo a China en el quinto destino de las exportaciones bolivianas.
Dependencia de China
Según un análisis del Congreso de EEUU sobre América Latina, los US$ 2 mil millones en financiamiento de los bancos chinos a Bolivia entre 2000 y 2015 llegaron con una tasa de interés promedio de 2,9%, más alta que las de los acreedores multilaterales en el mismo período (que van de 1,3% a 2,2%).
China posee casi un 10% de la deuda externa de Bolivia, que aumentará durante el período pronosticado. La EIU pronostica que la relación deuda pública/Producto Interno Bruto subirá a 57,7% en 2018, frente al 35,9% de 2013; el stock de la deuda externa aumentará a US$ 17.400 millones, frente a los US$ 8.200 millones de hace cinco años.
A partir de 2014, China reemplazó a Brasil como la mayor fuente de importaciones de Bolivia. Importó productos por US$ 1.750 millones (18% del total) en 2015, con un déficit comercial bilateral de US$ 1.300 millones.
Las importaciones baratas de China han perjudicado a los productores nacionales, y los grandes conglomerados chinos se han convertido en los contratistas gubernamentales más importantes de Bolivia, a menudo haciendo una oferta de “fuente única” y desplazando otras inversiones. Los informes sobre abusos contra los derechos humanos de los trabajadores bolivianos en proyectos de infraestructura liderados por China tienen costos políticos para la administración de Morales.
Presión regional
También es probable que la defensa de Morales al gobierno de Maduro contra la “interferencia” de Occidente, además de la inseguridad jurídica interna, desaliente la inversión extranjera y la asistencia técnica necesaria para desarrollar sectores de alta tecnología e industrias tradicionales de hidrocarburos y minerales.
Bolivia ha luchado para asegurar la inversión en su naciente industria del litio, que produce poco más de 120 toneladas anuales, en comparación con 70 mil y 30 mil toneladas producidas por Chile y Argentina, respectivamente. Los analistas han informado que los temores de nacionalización, la inversión onerosa y las condiciones técnicas, han desalentado a los principales productores de litio de participar.
También existe el riesgo de exposición política, especialmente después de una transición en Venezuela, que anticipamos tendrá lugar en 2019. Una respuesta colectiva de la región hacia el deterioro democrático en ese país podría dirigirse hacia Bolivia, particularmente porque Morales se postulará para un cuarto mandato constitucionalmente dudoso -y casi garantizado- a fines de 2019.
Por el contrario, una política exterior que enfatice la buena fe democrática de Bolivia mitigaría el riesgo de que proyectos de cooperación conjunta, asistencia e iniciativas comerciales puedan dañarse. Sin embargo, las normas regionales de no intervención siguen siendo fuertes, y es probable que los costos del apoyo explícito de Morales a la administración de Maduro sean en gran medida reputacionales, en lugar de transaccionales, durante la mayor parte del período pronosticado.